Debat al Congrés dels Diputats (1916)

D’una manera simultània i mentre en el Senat tenia lloc aquest debat parlamentari, la Lliga, després d’haver comprovat la virulència contra la utilització normal de la llengua catalana, va considerar necessari formular la petició formal d’oficialitzar-la en tots els àmbits.

Amb data 5 de juny de 1916 el diputat Francesc Cambó, conjuntament amb els diputats Albert Rusiñol, el marqués de Camps, Bonaventura M. Plaja, Josep Claret, Lluís Ferrer i Vidal i Magí Morera i Galicia van presentar al Congrés de Diputats una esmena al «Dictamen de la Comissió sobre el Missatge de contestació al discurs de la Corona». S’hi demanava el reconeixement de l’oficialitat de l’idioma català així: «Tampoco puede olvidar el Congreso que la solución del problema catalán, otorgando la oficialidad a su idioma, (…) a la vez que ser una obra de justicia que pondría término a una secular discordia y establecería lazos indestructibles de íntima solidaridad, abriría para España el camino de posibles integraciones.»(1)

La discussió d’aquesta esmena va ser molt llarga i el debat, que s’inicià el 7 de juny de 1916, no va acabar fins el primer de juliol. Aquest debat és important perquè el tema concret de donar oficialitat legal a la llengua catalana no s’havia plantejat mai parlamentàriament. Només la Mancomunitat ho havia demanat per la via institucional.

Fixem-nos que hem passat d’estar a la defensiva a situar-nos en una posició de lluita ofensiva. Tots els debats celebrats fins ara al Congrés o al Senat eren de caire negatiu. És a dir, s’hi formulaven queixes o s’hi proposaven limitacions legals al lliure desenrotllament i la utilització espontània del català. En canvi, aquell any 1916 s’inicia una nova estratègia. Ara és una ofensiva a favor de l’oficialització de l’idioma, sense complexos. I la petició és formulada al govern de Madrid pel conducte normal del Parlament i per mitjà dels representants legals dels ciutadans de Catalunya.

El diputat Francesc Cambó va presentar la petició així: «El problema de la oficialidad de idiomas se ha planteado en todos los paises donde hay un problema nacionalista. Es más, la manifestación primera de casi todas las reivindicaciones nacionalistas ha sido la petición de la oficialidad del idioma y esas peticiones, atendidas en multitud de países, se iban formulando y se planteaban en nuevas manifestaciones en vísperas de la guerra en Europa.
»Esa reivindicación del idioma, Sres. Diputados, era una reivindicación fatal, que debíamos plantear un día u otro los regionalistas catalanes. ¿Por qué hemos tardado tanto tiempo en plantearla? ¿Por qué no la hemos planteado antes? Os lo voy a decir. En primer término, creíamos que plantear el problema del idioma era plantear el aspecto quizás más difícil, más vidrioso del problema nacionalista catalán.
»Esperábamos nosotros, Sres. Diputados, la visita del Rey de España a Barcelona, no solamente entendiendo el catalán, sino hablándolo, como lo hablaba Carlos V, como lo hablaba Felipe II, como Francisco José puede hablar en su idioma a todos sus súbditos…
»(2)

El debat continuà el dia 8 de juny de 1916. Francesc Cambó digué: «Lo que pedimos en la enmienda no es libre uso del catalán para motivos literarios, para las relaciones particulares, para la vida privada; pedimos en la enmienda la oficialidad del idioma catalán para nuestra vida interior, y la oficialidad del idioma catalán para nuestra vida interior significa el libre empleo del idioma catalán dentro de Cataluña, en la enseñanza, en la vida administrativa, en los Tribunales de Justicia y en la otorgación de documentos públicos. Y esto, Sres. Diputados, que a muchos veo que os parece enorme, lo tenía Cataluña entrado ya el siglo XIX y hace pocos años estos honores los ha perdido el idioma catalán.»(3)

El primer de respondre fou el diputat liberal, elegit per Quiroga (Lugo), José Lladó y Vallés, el qual no solament negà Catalunya com a nació, sinó que també refusà la llengua catalana així: «En cuanto a la Lengua Catalana, Sres. Diputados, puede afirmarse que es una lengua muerta, pero que tiene medio cuerpo insepulto. El Sr. Prat de la Riba, en su famosa obra La nacionalitat catalana, reconoce que ya en 1714, cuando caían lo que él llama los últimos baluartes de la libertad política de Cataluña, las clases intelectuales no hablaban más que el castellano (…). Es, pues, muy de lamentar que unas cuantas cumbres sociales, como ellos se llaman, quieran perturbar esa obra bendita del tiempo y quieran alterar este proceso de unificación que se viene realizando en el lenguaje español(4) El diputat senyor Lladó és ben explícit a l’hora de definir el genocidi de l’Estat espanyol contra Catalunya: és «una obra bendita del tiempo». O sigui, que tot el reguitzell de lleis contra l’ús del català no és pas una obra humana, sinó una obra del temps per tal de perfeccionar el procés d’unificació lingüística.

El senyor Hermenegildo Giner de los Ríos,(5) diputat per Barcelona, hi intervé després i fa un forassenyat parlament contrari a la llengua catalana. El Partit Radical va ser l’únic que hi anà en contra, mentre que tots els altres diputats catalans: conservadors, liberals, regionalistes i republicans nacionalistes, hi eren favorables. Giner de los Ríos diu: «Su Señoria, sin embargo, pide, como los regionalistas, una cosa que es la oficialidad de la lengua y en eso nosotros no estamos de acuerdo. (El Sr. Riu [Diputat liberal per Sort]: La cooficialidad de la lengua.) Ni en la cooficialidad de la lengua podemos estar de acuerdo. No hay más que una lengua oficial, como no hay más que un escudo, como no hay más que una Nación, como no hay más que una bandera (muy bien. Aplausos).»(6)

El diputat Giner de los Ríos hi insisteix després dient que la llengua catalana s’utilitza en els centres d’ensenyament que estan sota la jurisdicció de la Mancomunitat i manifesta que «eso es lo que no podemos querer». Tracta d’injustos els de la Lliga perquè demanen el català: «Yo tomo el punto de vista que me compete en este asunto, que es el de la lengua, el del idioma, y en estos momentos en que el mundo iba a glorificar a Cervantes y son 85 millones de hombres los que hablan el castellano, en ese momento mismo se os ocurre pedir la oficialidad del lenguaje catalán, precisamente cuando todo hombre que habla el castellano y todo hombre que sabe quien es Cervantes le rinde culto (…) Y vosotros, en este instante en que se celebra la Fiesta del Habla castellana en los 20 Estados diferentes que emplean la hermosa lengua de Castilla, os levantáis para decir: “No; esa lengua no debe ser la nuestra.” ¡Y cómo lo hacéis!»

Giner de los Ríos només tolera que el català s’usi en els parvularis: «Vayamos a buscar los términos hábiles en que no haya estridencias, demos a cada cual lo suyo, y desde ahora yo pido al Sr. Ministro de Instrucción Pública que la escuela de párvulos esté en Cataluña regentada por un catalán, mejor dicho, por una catalana.»(7) Però no. El senyor Giner de los Ríos i tots els congèneres del Parlament no volien el nostre millorament lingüístic: el que pretenien era la nostra assimilació a la seva cultura i així mantenir ells el mercat de treball que Catalunya els representava. Interessava personalment el senyor Giner de los Ríos, professor a l’Institut de Barcelona, que la llengua catalana no tingués cap efectivitat. Per això en la seva intervenció va malparlar obstinadament contra la política pedagògica de la Mancomunitat criticant cas per cas totes les escoles que en depenien.

Tampoc no trobava correcte que la Mancomunitat fes professors estrangers. Relata el curs que va fer la senyora Montessori i acaba així: «Y lo que indigna, que es a lo que voy, es lo siguiente: Se inauguró el curso; se habló en italiano, se habló en inglés, se habló en catalán; en lo que únicamente no se habló, fue en castellano. Esto no puede ser, esto no debe ser; y para que no sea, yo estoy dispuesto, y todo nuestro partido, en Cataluña y singularmente en Barcelona, está dispuesto a hacer todo lo posible para que no se imiten ejemplos de esta naturaleza (muy bien, muy bien).»(8)

Cal que tots aquests arguments tan contradictoris ens facin repensar que la història pot repetir-se. Tot el que serveix per a negar el pa i la sal a l’idioma català són arguments pantalla que amaguen d’altres interessos inconfessables. Dir que això és per esperit racista sembla molt fort i se’m podria atribuir exageració en la meva valoració. No sóc jo qui ho diu, sinó el mateix diputat lerrouxista per Barcelona, Giner de los Ríos, que acaba així el discurs: «Pensemos en las responsabilidades del día de mañana y que no haya nadie que, habiendo nacido en el solar español, cualquiera que sea la región en donde viniera a la vida, no ponga su grano de arena en bien del porvenir de la Patria y de la raza (muy bien, muy bien).»

Quina raça?, ens podem preguntar. Si és una raça que només es pot nodrir amb la llengua castellana, és ben segur que no és la nostra.

Tot seguit prengué la paraula el diputat per Tortosa, Marcel·lí Domingo, mestre, del Partit Republicà Nacionalista, el qual es queixà que la Lliga monopolitzés la representació exclusiva de Catalunya. Ho digué així: «Las aspiraciones nacionalistas de Cataluña, no son las aspiraciones que solo autoriza el órgano de la Liga regionalista. Frente a esa Liga está el Partido Republicano Nacionalista, que en otras legislaturas ha tenido representación numerosa en esta Cámara, y el partido nacionalista republicano es —lo dice su nombre— nacionalista. Frente a la Liga está la Unión Catalanista, excesivamente rigorista y estrecha en su doctrina, tan rigorista, que por el solo hecho de haber suscrito el Sr. Cambó un documento en castellano, le ha considerado en delito de heterodoxia. No es nuevo esto: el problema nacionalista de Cataluña no ha sido nunca un problema de instinto conservador; ha sido siempre un problema de altísimo espíritu liberal.» I explica més endavant: «¿La nacionalidad? El principio de nacionalidad no está en la raza, ni en la lengua, ni en la geografía; está en la voluntad de un grupo de hombres que quiere conformar su vida política según los anhelos de su espíritu. Esta voluntad existe en Cataluña; morbosa o sana; morbosa, según vosotros, sana, según nosotros; esta voluntad existe en Cataluña.»

Marcel·lí Domingo també tocà l’altre tema en què se solia fer callar la veu de Catalunya: la qüestió econòmica. No era pas un assumpte d’aranzels ni de beneficis econòmics: «La Cataluña que en estos momentos ha hablado aquí, la Cataluña que en estos momentos revive, la Cataluña que vibra en mi palabra, no se somete en aranceles ni calla con la promesa de beneficios económicos. Prefiere el valor de su personalidad al valor de los aranceles y las dádivas.»(9) I continuava: «No lo olvidemos: hay una hostilidad en toda España contra Cataluña (el Sr. Dato: ¡Qué disparate!). Hay una hostilidad en toda España contra las peticiones y contra las reclamaciones de Cataluña (rumores). (El Sr. Dato: ¡Completamente inexacto!) Hostilidad que se manifiesta aquí, hostilidad que se ve aquí tan pronto como el problema de Cataluña se plantea en la forma en que nosotros le planteamos, en la forma en que nosotros le traemos. (El Sr. Seoane: Eso es hablar por hablar.) ¿Por qué existe esta hostilidad? (Denegaciones.) Esta hostilidad existe porque se ha extendido la leyenda de que Cataluña es la predilecta del Estado; la leyenda de que los beneficios del Estado van principalmente a Cataluña; de que los mayores desembolsos que el Estado hace, los recibe Cataluña a manos llenas

Amb aquest plantejament nou del problema que Domingo fa en el debat parlamentari i es mostra una situació que també s’ha repetit històricament més endavant. Els dos punts de fricció o de tensió que són neuràlgics en les relacions Catalunya-Espanya sempre coincideixen en la qüestió econòmica i la llengua catalana. Encara ara podem veure que l’animadversió que a tot arreu de l’Estat hi ha contra Catalunya és produïda: a) pel concepte, generalitzat, que s’han canalitzat al Principat tots els recursos econòmics i s’han deixat totes les altres zones empobrides; b) pel simple ús de la llengua catalana, la qual cosa consideren discriminatòria per als mestres, els professors, els jurisconsults i, molt especialment, els funcionaris.

Marcel·lí Domingo acabà el discurs dient: «Cataluña quiere para España y para ella como organización, la organización federal que sostuvo D. Francisco Pi y Margall. Quiere su Parlamento, su Poder ejecutivo, el reconocimiento de su lengua.»

Una intervenció notable per la seva fòbia envers el català va ser la del diputat per Sabadell, el senyor Joan Salas i Anton, home vinculat al moviment cooperatiu com a directiu de la Cambra Regional del Cooperativisme i representant nostre en el Comitè Central de l’Aliança Cooperativista Internacional. Era republicà inicialment, però col·laborà més tard amb el règim de Primo de Rivera. Quan va iniciar el discurs, ja recordà que ell havia estat elegit amb el suport dels republicans, però que a Sabadell es dividien en republicans federals i radicals, per la qual cosa el seu discurs era només el que ell pensava, no pas el que pensaven els seus electors. En primer lloc va impugnar l’esmena debatuda en la part relativa a l’idioma català «la parte de la enmienda regionalista, que se refiere a la oficialidad del idioma o del dialecto catalán, sea lo que fuere; y me voy a oponer a esto, no apelando a recursos emotivos, a recursos sentimentales, que son los únicos en que os apoyáis los regionalistas, sino apoyándome en razonamientos positivos y, después de expuestos, yo no dudo que me daréis todos vosotros la razón.»

La idea nova que va expressar el senyor Salas i Anton tenia molta originalitat i de segur que era la primera vegada que s’exposava públicament. Reconeixia que un idioma era un instrument de treball i que un home era ciutadà de tants pobles com llengües parlava, però «venir, pues a pedir la oficialidad del catalán en Cataluña vale tanto como arrebatar un capital a los pobres, como arrebatar un instrumento de trabajo a los obreros de nuestro país, y representa una capitis diminutio de su personalidad, de su soberanía y de su ciudadanía. ¡Ah, señores!, si yo fuese amigo de efectismos, yo les diría —no lo digo porque no lo soy— a los regionalistas: vosotros queréis arrebatar el conocimiento del castellano a los obreros de nuestro país. ¿Sabéis por qué? Porque esa plutocracia, que vosotros representáis, y aun no entera, porque representáis en parte nada más, a la plutocracia, más que de Cataluña, de Barcelona, arrebatando ese instrumento de trabajo «a. los obreros, les retendrá Cataluña y, por consiguiente, les obligará a que vayan rebajando sus salarios, mientras que teniendo la puerta abierta de la Patria merced al conocimiento del idioma, esos obreros podrán emigrar, y emigrando disminuir la mano de obra en el país, con lo que subirán los salarios. »(10)

Aquesta idea no deixa de tenir una certa dosi de racionalitat i s’aparta dels arguments esmentats fins ara. No endebades la sustentava un català. Però no té un suport real perquè Catalunya en aquells moments era ja receptora del fenomen migratori, la qual cosa explica que el nivell de salaris hi era més elevat que a la resta de l’Estat i que la demanda de treball hi frenava qualsevol possible moviment emissor d’emigrants. Existeixen treballs i estudis fets sobre la immigració a Catalunya anteriors a la guerra europea en els quals s’observa l’atracció migratòria de Barcelona i es plantegen tots els problemes de la integració lingüística dels immigrats.(11)

Per altra banda, la tesi de Salas i Anton tampoc no té suport perquè la cooficialitat d’una llengua no vol dir mai l’eliminació de l’altra. Per tant, la proposta de la Lliga no pretenia treure el castellà, sinó donar entrada al català. En conseqüència, és ben inversemblant que l’interès de la Lliga fos disminuir les capacitats dels obrers catalans. Per coherència, Salas i Anton hauria d’haver recomanat que hom ensenyés l’anglès als obrers: ell mateix reconeix que és la llengua més parlada del món. Segur que d’aquesta manera els treballadors catalans tindrien més possibilitats de trobar feina. Però rebaixa el llistó per als obrers si només se’ls ensenya el castellà. En el discurs recusa els de la Lliga, que tenien institutriu per a ensenyar l’anglès als seus fills: ell només trobava correcte que Espanya fos la institutriu dels obrers catalans per a ensenyar-los el castellà.

Un altre argument que utilitza contra l’oficialització del català és que a Catalunya les societats obreres sempre utilitzen el castellà en llurs escrits al·locucions, fet que presenta com a mostra d’internacionalisme. Si el senyor Salas i Anton sabia que l’ensenyament del català a les escoles feia més de cent anys que estava prohibit, posar aquest exemple com a mostra és una contradicció ben palesa. Però encara deia més: que els obrers catalans no tenen per germans només els catalans, sinó els de tot el món. Aquest fals cosmopolitisme fa riure i, si hi penséssim bé, fa plorar: els catalans eren internacionalistes, segons el senyor Salas, perquè, tot renunciant la seva llengua, adoptaven la dels altres.

La poca consistència d’aquests arguments es basa en el fet que no contemplen una raó inqüestionable: que la primera llengua dels catalans és el català, i prou. Que a partir d’aquí vulguem tenir una segona llengua i una tercera és una qüestió que la mateixa història ens ensenya que ha succeït, però sense ultratjar ni eliminar la primera llengua i la més íntima, i l’única que ens fa sentir persones arrelades i vinculades a una nació i a una cultura. L’error dels espanyols és que ens volen arrencar aquest cordó umbilical amb la nació catalana per destruir-la; ara bé, l’error del senyor Salas és que s’oblidava que els obrers catalans tenien nació i tenien llengua. Per això el diputat de Sabadell va ser contundent: «Así es que, resumiendo esta parte de mi corazón, yo me opongo, y me opongo resueltamente a que se conceda la cooficialidad del idioma catalán, entendiendo que denegando a los regionalistas la admisión en esta enmienda, se hace un gran bien a este mismo pueblo catalán que ellos quieren representar…» En honor a la veritat cal dir que el senyor Salas i Anton, per mimetisme amb el que va manifestar el lerrouxista Giner de los Ríos, acceptava que el català s’ensenyés als parvularis, «pero fuera de ahí debe enseñarse en castellano».

El debat continuà. El dia 2 de juny de 1916 el senyor Salas i Anton hi tornà a intervenir i volgué fer una dissertació sobre el federalisme i el catalanisme tot cercant-hi les profundes diferències que hi havia. El senyor Ventosa, de la Lliga, l’increpà preguntant-li en quin idioma havia fet la propaganda electoral. El senyor Salas respongué: «Hice la propaganda en catalán, porque se ha introducido esta costumbre y precisamente esto prueba que no tuve necesidad de la cooficialidad de la Lengua Catalana para expresarme en catalán en aquella ocasión.»(12) Els comentaris hi sobren: abans deia que els obrers ho feien en castellà i ara accepta que en la campanya electoral ell se’ls adreçà en català, fet que és una contradicció evident.

En nom de la comissió parlamentària del Missatge, el diputat Doval agraí a Salas i Anton el seu patriòtic discurs i el felicità. El senyor Doval es refereix a la pàtria d’ell perquè més endavant afirma que amb el progrés només hi haurà un sol idioma i amb la gran unitat espanyola s’han de correspondre «la unidad de lengua, la unidad de bandera y la unidad de derecho». El senyor Doval hi afegí: «Con la lengua de Cervantes, que lo mismo puede llamarse castellana que española, debemos celebrar el culto de la Nación. en todas las expansiones de su vida(13) Aquest culte a la nació cal bastir-lo a costa dels veïns i amb perjudici dels associats perquè, si es restablís com a oficial la llengua catalana, «sería levantar de nuevo entre nosotros la torre de Babel, y la confusión de lenguas con que un día castigó Dios el orgullo de la humanidad».

Hi intervingué un altre diputat liberal, Leopoldo Romeo Sanz(14) no féu gran referència a la qüestió lingüística, però introduí un tema que no es pot deslligar mai de les relacions entre Catalunya i Espanya: el complex, per part dels espanyols, que la riquesa de Catalunya és deguda al seu esforç i a les seves aportacions; i no seria gens estrany que, davant d’aquesta frustració, ho vulguin compensar dominant-nos en el terreny lingüístic. Fixeu-vos si n’és, de clar, el diputat Romeo: «Es necesario que los catalanístas no olviden el por qué Cataluña se ha puesto al nivel de Europa. ¿Será acaso, señores de la Liga, que ha llegado el momento en que se os recuerde que .si parte de España no es Europa, y es aún África, es porque esta parte aún africana de España os ha dado su sangre y su dinero, siempre con amor, siempre con cariño, siempre sin regateo, siempre con abnegado desprendimiento?» I la cosa era tan clara que continuava així.: «Pensad, meditad, y si pensáis y meditáis, tal vez os remuerda la conciencia de haber traído aquí este problema.»(15)

Per al·lusions personals, el diputat liberal per Sort Emili Riu i Periquet prengué la paraula tot seguit. Malgrat estar amb el partit majoritari que donava suport al govern del comte de Romanones, amb anterioritat a aquest debat ja havia adreçat una lletra al president del Consell de Ministres en què li deia: «Por mi parte, entiendo que es de justicia la reivindicación de poder hablar catalán en todos los actos administrativos y oficiales de Cataluña. No se puede hablar de problema ibérico, ni de aspiraciones de lograr una alianza con Portugal como base de la grandeza de España, ni tener autoridad para impedir que desde Cataluña se haga, con vistas al extranjero, la propaganda de que hay en España naciones oprimidas, si no se reconoce el derecho a hablar en catalán en todos los actos políticos y administrativos de Cataluña.»(16) El diputat Riu hi ratificà el seu criteri: «Yo soy hombre político en Cataluña y sé lo que allí pasa. Yo digo a S. S. que esta cuestión del idioma es muy grave y que si los nacionalistas agitan este problema es difícil que podamos responder.»

El president del Consell de Ministres, el comte de Romanones, demana la paraula i en el moment de parlar sobre la llengua catalana expressa els pensaments següents: «Es este problema de la lengua el más agudo, el más sensible de todos los que constituyen el problema catalán. Que no es problema que se pueda abordar incidentalmente en un momento como éste, lo comprende perfectamente el Sr. Riu.»(17) El comte de Romanones practica la mort per sublimació: l’estratégia de magnificar el problema i traspassar-lo a un estudi més ben fet, i així qui dia passa any empeny. No pot pas dir que es tractava del problema incidentalment perquè Romanones havia rebut la carta del diputat Riu el 4 de maig de 1916, el dia 6 de juny també es va tractar en el Senat el problema de la llengua catalana i ara tornava, el dia 12 de juny de 1916. Potser ja era moment de veure que hom no tractava de l’assumpte incidentalment, sinò que era un dels nuclis essencials de les reivindicacions catalanes i l’únic en què estaven d’acord totes les forces
polítiques excepte els lerrouxistes.

El sarcasme de Romanones és impressionant. El seu cinisme arriba a graus d’intensitat barruda i descarada perquè no permet l’ús del català per a ensenyar el catecisme ni en els jutjats i, en canvi, té el desvergonyiment de dir que té una plena llibertat: «Yo, sobre el empleo de la Lengua Catalana, tengo ya expuesto mi criterio, puesto que hay Reales Ordenes que llevan mi firma, en que se determina y se condiciona el empleo del idioma catalán en las escuelas. Todo lo que sostuve entonces, lo sostengo ahora. Yo creo que el empleo de la Lengua Catalana no ha sufrido por parte de ningún Gobierno, y mucho menos por parte del que presido, ninguna clase de persecuciones; antes al contrario, hoy se emplea el idioma catalán con libertad completa.»

La contradicció és flagrant: primer diu que hi ha reials ordres que limiten la utilització del català a les escoles i després, amb desvergonyiment, manifesta que no existeix persecució. La idea que té Romanones és que el català només s’ha de fer servir domèsticament; i encara, si pogués ésser, només a les cuines. Ell ho expressa així: «Pero se pide algo más que el empleo del idioma catalán en la vida ordinaria, en la vida íntima; se pide que el Gobierno, que el Estado le dé un carácter de oficialidad en todas las manifestaciones administrativas, y esto ya es plantear un problema delicadísimo, más delicado aún cuando se refiere a la enseñanza, que para mí es el aspecto más delicado que encierra el empleo del idioma.»

Com podem veure, des de 1902 fins ara, el 1916, malgrat l’existència d’un catalanisme fort que abastava tot el ventall polític de la dreta i l’esquerra tot i que en el tema de la llengua catalana es comptava també amb el suport dels diputats dels partits estatals, el senyor comte de Romanones tenia envers el català el mateix criteri; és a dir, llibertat total en la vida íntima i estossinar-lo en la vida escolar i en els àmbits judicials, administratius polítics.

El dia 13 de juny de 1916 el debat sobre l’esmena al Missatge de contestació al discurs de la Corona encara continua, i avui el president cedeix la paraula al diputat per Balaguer Felip Rodés i Baldrich, membre del Partit Republicà Nacionalista, el qual és taxatiu: «Respecto a la oficialidad de la Lengua Catalana, y sin discutir ahora —porque ya lo discutiremos— el alcance de esa oficialidad, yo he de manifestar a los señores Diputados que es un sentimiento unánime en Cataluña el de que el pueblo catalán tenga derecho o se le reconozca la libertad de usar la Lengua Catalana, de la misma manera que tienen libertad los demás españoles para usar la Lengua Castellana. (Rumores.) Señores Diputados de la mayoría, pido un poco de calma ,a vuestros nervios y a vuestros sentimientos, porque aquí estamos razonando…»(18) I continua parlant de la realitat i no pas dels sentiments: «…como hombre de la izquierda, aquí vengo a traducir el nacionalismo de los pobres, de los humildes, y la parte más viva, el nacionalismo de los pobres es éste: el de la Lengua Catalana. Esta realidad consiste, Sres. Diputados, en que se presentan casos en que a los catalanes se les causa un perjuicio, porque no se les reconoce en ciertas esferas de la Administración el derecho a usar la Lengua Catalana.»

Va prendre la paraula el diputat de la comissió Eduardo Ortega y Gasset, elegit per Coín (Málaga), de la fracció demòcrata de García Prieto dels liberals, i amb una sornegueria increïble pel que s’havia anat dient fins aleshores es dirigí al senyor Rodés i manifestà: «No se trata de perseguir el idioma catalán en Cataluña, de lo que se trata es de que no se persiga el idioma español en Cataluña. (El Sr. Rodés: No se ha perseguido nunca.) El otro día oímos de labios del Sr. Giner de los Ríos, anécdotas y datos que demostraban que realmente había un propósito preconcebido, demostrado en ciertos movimientos de la Mancomunidad en relación con la enseñanza, de perseguir el idioma español.»(19)

O sigui, que les paradoxes esdevenen lleis amb el suport d’una majoria sorda a Catalunya i arrapada a l’egoisme del seu domini imperial. No hi ha res a fer! L’anticatalanisme d’Ortega y Gasset és una constant en els bancs de la majoria i, si el dissimulen cercant-hi excuses, no vol pas dir que no el tinguin. I no oblidem l’altre tema de fons: la qüestió econòmica. Ortega y Gasset diu: «Podréis venir a herir al Gobierno, a decir que la política nuestra se halla en decadencia. Está bien. Podréis decirlo pero será también legítimo que nosotros digamos que España ha entregado en absoluto siempre todos sus elementos de reconstrucción económica a Cataluña y que con el mismo derecho que vosotros decís eso y nos pedís cuentas, podemos pedíroslas a vosotros… En realidad, y no nos hemos de lamentar de ello, con cordialidad y con amor lo hemos de decir, toda la estructura española se ha supeditado a constituir en Cataluña algo así como un embudo que por declive ha llevado allí el dinero español.»

És important de no oblidar aquest tema perquè, tot i que aparentment no té res a veure amb l’idioma català, és la cançó enfadosa que hom sempre troba parlant de Catalunya. I així com no poden entendre que la llengua pròpia de Catalunya és el català i que el castellà no deixa de ser la segona llengua adquirida, així tampoc no poden entendre que en la vida econòmica i en el desenrotllament de la vida industrial, a més dels factors financers, existeixen uns elements que corresponen als bornes dels quals no es pot prescindir en el moment d’estudiar les causes del desenvolupament econòmic d’una zona. I davant la incapacitat d’endegar una vida econòmica normal, compensen Ilur complex d’inferioritat volent dominar lingüísticament.

Continuant el debat, va prendre la paraula el diputat per Vilafranca del Penedès Josep Zulueta i Gomis, advocat i membre del Partit Republicà Reformista, el qual manifestà: «Ya vamos a la tan debatida cuestión del idioma. Yo no tengo ningún recelo en abordar este aspecto del asunto; se ha dicho bastante respecto del catalán para que yo tenga que añadir más que aquello que corresponde al matiz de mi opinión. Yo creo que los catalanes tenemos un derecho indiscutible a usar nuestro idioma, a cultivar nuestro idioma, a enseñar nuestro idioma(20)

En contestació va intervenir el diputat per Egea de los Caballeros José Gascón y Marín, del Partido Liberal, que havia estat director general de Primer Ensenyament i subsecretari de la Instrucció Pública, el qual per primera vegada en el debat aclareix l’autèntica intenció del govern espanyol en el tracte que vol donar al català: «…hay dos aspectos en la cuestión del idioma, Sr. Zulueta: un aspecto social, el que se limita al hecho de hablar cada uno el idioma en que se entiende con sus semejantes, con su familia, con sus conciudadanos, con los que le rodean, y un aspecto político y jurídico, y S. S. como todos los demás, trae a la Cámara el aspecto social, en el cual no hay contradicción, en el que todos estamos conformes. Lo único que en el aspecto político me permito someter a la consideración del Congreso es que donde se habla de cooficialidad, no es para desunir, no es para desintegrar, sino precisamente para que aquellos pueblos que tienen idiomas distintos vengan a una integración mayor, a una nueva fórmula que signifique mayor predominio de la idea del Estado, sentimiento de mayor unidad, respetando esa cooficialidad como único medio de llegar a la integración política de un mismo pueblo. »(21)

Una posició igualment ambigua és que s’acceptava el català per a la vida familiar, però no se li deixava abastar la normalització total; és la posició del diputat Niceto Alcalá Zamora, del Partido Liberal, fracció demòcrata, elegit pel districte de La Carolina (Jaén) i advocat del Consell d’Estat: «¿Qué se entiende por oficialidad del idioma? ¿Por oficialidad del idioma se entiende que en aquella forma de auxilio de Estado a la cultura, más estímulo y galardón que recompensa material, no se olvide la existencia de lenguas regionales, que forman también el esplendor literario y científico de la Patria? Tenéis razón. ¿Significa que en aquellas supremas condensaciones del saber nacional, en las Academias, referencia si no supuesto de la Constitución, se modifiquen preceptos que permitan que, aun sin haber escrito en castellano, lleguen a ellas, como galardón y homenaje personal y representativo, quienes honraron a España escribiendo en lenguas regionales? Tenéis razón. ¿Significa que el notario, sobre todo el rural, que autoriza el testamento del moribundo, las capitulaciones de los esposos, conozca, no como ficción, sino como realidad, el catalán? Tenéis razón. ¿Significa que otra porción de funcionarios, imposibles de detallar ahora, para ejercer su cargo en Cataluña no sepan escribir en catalán correctamente (que eso para muchos catalanistas sería imposible), pero sí que lo comprendan bien? Tenéis razón…»

Amb el criteri d’Alcalá Zamora s’ha guanyat un pas. Finalment es reconeix que els notaris i els funcionaris cal que coneguin la llengua catalana. Però no us penseu pas que ell vulgui que l’idioma català gaudeixi de la plena validesa en el camp administratiu, no com un «galardón», sinò pels seus propis drets i honors, perqué tot seguit hi afegí: «Es necesario, además, reconocer que la lengua excelsa en que escribieran Verdaguer y Maragall, Alomar y Rusiñol, no va a perder gran cosa, porque la retórica oficial no la adultere con sus vacíos ritualismos, con que no se emplee para ejercer la violencia recaudatoria del apremio, ni para redactar la arbitrariedad curialesca del embargo (muy bien).» Amb la falsia per divisa, veiem com no volen «contaminar» la llengua catalana, amb la terminologia administrativa, però si que ho toleren per al castellà. Si això és tan dolent, per què no en protegeixen el castellà? Van tenint la idea cada cop més clara: ara ja surt el bilingüisme, però un bilingüisme esbiaixat, on a dalt hi ha l’idioma opressor i a baix l’idioma vexat. Fixem-nos en l’antinòmia que proposa el futur president de la II República: «Es preciso reconocer que si tenemos una administración que en su forma nebulosa es el caos, no la vamos a perfeccionar dándola como constitución definida la Babel. Es preciso convencernos de que, por bien de Cataluña, Cataluña tiene que ser bilingüe, con grandes consideraciones, más que consideraciones, con afectos al idioma regional; lo impone la tradición con todos sus encantos, el pasado con todo su imperio; el hogar con su enorme presión; pero también para el castellano, que lo reclama la vida y el porvenir y el mundo con sus exigencias absolutamente irresistibles.»(22) Heus ací la solució del problema: el bilingüisme. Però no pas un bilingüisme vertical, on hi hagi l’equitat entre ambdues llengües i la llibertat d’escollir sempre la que més t’agradi en cada moment. No: un bilingüisme funcional. Per al folklore, per als museus i la llar es podrà. parlar el català. Per a la vida i l’esdevenidor, per al món, el castellà, l’idioma imposat per la violència i el genocidi.

El dijous, dia 15 de juny de 1916, intervingué en el debat el diputat per Tarragona Juliá Nougués i Subirá, que parlà com a diputat federal, i sobre el tema de la llengua va dir: «Tengo pues derecho a deciros que debéis ateneros a la realidad. Pretender que en las Corporaciones Oficiales de Cataluña, que en nuestros Ayuntamientos y en nuestras Diputaciones Provinciales no se hable catalán sería pretender un absurdo: queráis o no queráis en catalán se hablará. Pretender eso y que lo que se dice en catalán se vierta al castellano, es expuesto a error y confusión.» I hi afegi: «De modo que no tengáis la menor duda de que en la realidad sucederá lo que haya de suceder, queráis o no querais, y que los catalanes hablarán en catalán cuando les sea posible, y que solo dejaremos de hablar cuando nos lo prohibáis, pero con nuestra enérgica protesta en todo aquello que pueda redundar en perjuicio de la administración de justicia, como en los casos que os he indicado. »(23)

Després del diputat federal, el comte de Romanones, president del Consell de Ministres, va pronunciar un discurs llarg que en bona part va dedicar a demostrar que tant Barcelona com Catalunya en el període de 1888 a 1914 havien tingut un creixement econòmic espectacular, molt superior al d’Espanya. Després va parlar de l’«aspecto más difícil, más vidrioso, cuando se trata del problema catalanista», que era el de la llengua catalana. Romanones digué: «Para cuatro cosas pide el Sr. Cambó el empleo del idioma catalán: para la enseñanza, para la vida administrativa, para los Tribunales y para el otorgamiento de documentos públicos

Respecte a l’ensenyament, va dir que només es podia fer servir com a mitjà per a ensenyar el castellà a aquells qui no el saben però per a res més: «Establecer que sea la lengua oficial en los centros docentes la catalana, es algo que tengo la seguridad de que no este Gobierno, sino cualquiera de los que puedan sucederle lo habrá de negar; porque sería hacer un grave daño, un gravísimo daño a los intereses catalanes.» Respecte al tema notarial, va dir que no existia cap fonament en la petició perquè dels 206 notaris de Barcelona només n’hi havia 33 de castellans i que els castellans feien més protocols que els catalans, havent-hi llibertat de poder escollir el notari. De l’idioma en l’administració i en els tribunals de justícia no en va dir res, amb la qual cosa tot va quedar com abans, i va acabar així: «Lo que pasa es que vosotros hacéis una arma política de la cuestión del idioma, porque sabéis que es lo que llega más al sentimiento de los pueblos, y porque conocéis aquel refrán que es la síntesis de vuestras aspiraciones y que dicho en catalán, dice: (Pausa). ¿Se puede hablar en catalán, Sr. Presidente? (Grandes risas). “Poble que sa llengua cobra / a si mateix se recobra.” [Mariá Agulló.] Vosotros pretendéis el empleo del catalán por eso, porque pueblo que su lengua cobra, recobra su independencia; y por el cámino que conduzca a tal designación os tenemos que atajar. (Protestas en la minoría regionalista. Aprobación en diversos lados de la Cámara).»(24)

Després d’aquest epitafi de Romanone.s, s’inicià un torn de paraules per als caps de cada minoria parlamentària que inicià Lerroux, el qual, però, no féu esment, en cap moment del seu llarg discurs, de la llengua catalana: els radicals ja havien fet la feina a l’Ajuntament de Barcelona.

Tot i que l’esmena de la Lliga va ser retirada, la discussió va continuar en el Congrés de Diputats. El dia 23 de juny de 1916 pren la paraula el diputat per Olot Pere Llosas i Badia, doctor en Filosofia i Lletres, banquer i propietari, del Partit Carlista, el qual es refereix també a l’idioma català: «Por lo que toca a la lengua, yo puedo decir que con suscribir en absoluto las manifestaciones que han hecho aquí la mayor parte de los Diputados catalanes, habría dicho lo bastante.» No vol parlar de l’aspecte jurídic de la llengua i dels drets, però sí que ho farà de la part històrica: «En catalán se habló, en catalán se enseñó, en catalán se escribió hasta muy entrado el siglo XIX; en catalán pues se habló, se enseñó y se escribió en los gloriosos días de Carlos V, de Felipe II y de Felipe III (…).
»Y yo creo, Sres. Diputados, que merece la cooficialidad el idioma catalán que hablamos más de cuatro millones de españoles; idioma que tiene una literatura tan espléndida, y un renacimiento tan gigantesco, que como lengua cultísima estudian las naciones extranjeras; un idioma en el que
han escrito las más altas mentalidades castellanas, entre ellas las del Siglo de Oro; y recuerdo a San Juan de la Cruz y a Santa Teresa de Jesús, un idioma que se ha usado en todas las cancillerías del mundo; un idioma, en fin, que ha servido para escribir monumentos legislativos que todavía en el día de hoy son la admiración de los jurisconsultos del orbe.
»No creo, señores, que la cooficialidad del catalán pueda en caso alguno implicar molestia ni desaire para Castilla (…). Yo os digo, Sres. Diputados, por si alguna vez se ha sentido alguna molestia, que nuestro espíritu no es de ofensa, pero sí de reivindicación de nuestra lengua.
»(25)

En el debat, que encara continuava el 26 de juny de 1916, prengué la paraula el diputat per València Félix Azzati Descalci. Tot i reconèixer el dret a la llengua, es va fer un embolic tan gran amb el Valencià, que les seves pròpies paraules el desqualifiquen: «El genio de un pueblo yo entiendo que no está en su lengua, sino en sus actos, en sus obras. Desde este punto de vista claro es que nosotros, y yo, valenciano y republicano, menos, no hemos de negar el derecho perfectísimo de hacer uso que tengáis por conveniente de vuestro idioma, y aunque yo os lo negase, no dejaría de existir ese derecho; pero lo que si debemos negaros es la cooficialidad de vuestra lengua con la castellana. Si se os concediera, los valencianos pediríamos en seguida la cooficialidad de nuestro dialecto, que podrá no ser tan rico como vuestra lengua, pero que no debe ser tan pobre cuando en la vida regional nos basta, sin necesidad de acudir a otras lenguas para podernos expresar.»(26) Després de la intervenció d’aquest republicà blasquista, el qual presumia de conèixer la història d’Espanya, de València i de Catalunya, hem de veure la dificultat que suposava la cooficialitat en aquells moments.

El dia 30 de juny, divendres a la tarda, intervé també el diputat per Fanjul Juan Vázquez de Mella, del Partit Carlí o jaimista. Fa un discurs abrandat, retòric, amb moltes excursions històriques que el fan documentat. De bell antuvi diu: «…pero Cataluña, aunque os asombre y esto contradiga vuestros principios, no es nación. No es nación, porque no tiene todos aquellos caracteres de historia común, general e independiente y externa que se necesitan para serlo(27) Vázquez de Mella distingeix perfectament la nació de l’Estat: la nació no és ni la raça ni la llengua; la nació implica dues coses: un principi psicològic o intern i una nota visible externament. Pel principi psicològic la nació té un esperit nacional; on no hi ha aquest esperit no hi ha nació. Davant aquesta negació tan rotunda de nació per a Catalunya, diu, però: «…he vivido cerca de un año en Portugal, y me atrevo a decir que la personalidad de Cataluña es más vigorosa todavía que la de Portugal, después de tantos siglos de separación.»

En el tema de la llengua no es decanta ni es defineix pel que fa a l’oficialitat del català. En canvi, manifesta: «No es necesario acudir a la lengua para buscar diferencias. Las lenguas son un efecto de la nacionalidad, y no una causa.» En aquest comentari sembla que cau en una contradicció ben evident: si la llengua és un efecte de la nacionalitat, d’entrada hem de dir que Catalunya és una nació; perquè, si no gaudís d’una llengua pròpia, això suposaria que la seva nacionalitat no hauria segregat cap llenguatge especial i independent, amb la qual cosa estaria subsumida i integrada dins del grup humà on l’idioma l’agermanés. D’altra banda, si la personalitat de Catalunya és més vigorosa que la d’altres grups humans que disposen d’Estat la nacionalitat dels quals ningú no discuteix, és de molt mal fer mantenir o denegar que Catalunya és nació.

Finalment, abans de cloure el seu discurs, Vázquez de Mella argüeix sobre l’oficialitat de la llengua: «Acerca de lo que se refiere a la Lengua Catalana, lengua que debe ser admitida en todos los documentos oficiales juntamente con la castellana, no tengo más que remitirme a lo dicho por mi compañero y amigo, Sr. Llosas.»(28)

El diputat conservador Antoni Maura i Montaner parla del tema de la llengua tot dient que «es un emblema político». Inicia el tema sense cap fidelitat a la veritat: afirma que ningú no ha privat Catalunya de la seva llengua: «Cuando no ha habido divergencias políticas, siglos enteros han pasado y la misma Cataluña ha usado de la lengua sin que nadie le fuere a la mano, sin que nadie le hiciera la menor observación.»

El pobre Maura, tot i ser mallorquí, encara no ha entès que la petició d’oficialitat del català no és una qüestió íntima, sinó assolir la plena igualtat entre les dues llengües oficials. Abans d’arribar al nucli del problema hi dóna voltes: «Llega el conflicto, llega la divergencia, y ¿qué es lo que discutís? Antes, nada. Ahora ¿qué? ¿Se trata del verbo ingenuo y propio, nativo, para las efusiones del espíritu, para las expansiones del entusiasmo, para rezar, para hablar con la madre, para alegrarse? ¡Ah! Eso. ¿Quién lo discute? Pero, ¿a quién se le ocurre discutirlo? ¿Quién ha puesto sobre eso la menor observación, ni qué pretexto hay para hablar de ello? Hablar de lo que es la lengua en el corazón del hombre y en el alma de los pueblos en ésta ocasión, es, sencillamente, una maniobra política, una tergiversación, un ardid (muy bien).»

Maura continua així el seu discurs: «De eso no se trata. De la literatura tampoco se trata. ¿A quién le han molestado las literaturas regionales y a quién han dejado de satisfacerle y enorgullecerle los esplendores de la literatura regional, los juegos florales, los grandes poetas que tenéis…, ¡que tenemos!, porque no consentimos que los llaméis vuestros, porque son nuestros. (Muy bien, muy bien.) ¿La lengua en los tribunales, en las notarías y en las oficinas públicas? Es el único aspecto de la cuestión sobre el cual he oído ejemplos en el debate. Yo los escuchaba y decía: Pero si no se trata de esto, porque primero, eso se resuelve de cualquier modo menos con la pretensión de los Sres. Diputados regionalistas y nacionalistas. Si pudiéramos hacer el milagro de que todos supieran castellano en Cataluña o de que supieran catalán todos los españoles, ya estaba suprimida la cuestión…»(29)

Com pot ser que un polític tan eminent com Maura pugui arribar a aquests nivells de murrieria que el fan aparèixer com un ignorant? Un altre mallorquí, mossèn Antoni M. Alcover, ben diferent de Maura, ja el 1906 abomina els centralistes així: «Invocar el nom d’Espanya per satisfer nefandes concupiscències i com a pavelló sagrat per tapar i passar mercancia averiada i putrefacta, és una atrocitat, un crim, un sacrilegi. (…) I no em digueu que escup fora de la trona amb el que acab de dir, i que no tenga res a veure amb la filologia ni amb la Llengua Catalana. Prou que té que veure! La filologia catalana, la literatura catalana, no tenen altre aire on alenar ni altre endret on viure, que l’enaltiment i exaltació de Catalunya.»(30) I, efectivament, el senyor Maura no resol el problema tot emparant-se en el fet que té un color polític. És també un tema digne de reflexió comprovar que molts arguments en contra de l’ús de la llengua catalana han estat dits i divulgats per polítics de la perifèria.

El president del Congrés, el senyor Villanueva y Gómez, cedeix la paraula al diputat asturià Melquíades Alvarez, elegit per Castropol (Oviedo), fundador del Partido Reformista, el qual també passà per damunt del problema amb unes hipocresies semàntiques: «Respetar vuestro idioma es ofrenda obligada a la libertad y al pensamiento de un pueblo en lo que un pueblo tiene de más vivo y de lo cual es expresión la lengua; perseguir el idioma es mutilar, es cercenar el alma de un pueblo, disgregando arbitrariamente uno de sus más espirituales factores. ¡Perseguir el idioma! ¡Hablar de que el Gobierno español puede hacer con el catalán lo que hace el imperio alemán con el polaco en el distrito de Possen! Temeridad, absurdo. ¿Lo creen en Cataluña? Falacia.»(31)

Quin cinisme! Quanta imaginació cal tenir per a poder parlar tanta estona mentint d’aquesta manera! Però el seu fingiment no acaba així: «No, nadie, ningún español, que pueda ultrajar a lo que forma parte de su espiritualidad, al idioma catalán, proscribiendo su empleo, jamás; lo que es de esto a la oficialidad, como, vais a ver ahora, hay un abismo (…). Claro que colocado en el punto de vista del nacionalismo catalán, la cuestión no ofrece duda, porque si Cataluña es una nacionalidad, natural y lógico es que le corresponda un lenguaje para todas las manifestaciones y desenvolvimiento de su existencia.
»¡Ah!, pero como yo creo, como cree el más amante de Cataluña por afinidades, por antecedentes, el que más simpatías tiene en Cataluña por la obra de reforma de la Administración, el Sr. Maura, que no sois una nación, que sois una personalidad intranacional, regulada por el Poder Soberano del Estado nacional, no se puede hablar del idioma oficial catalán como una consecuencia obligada de la nacionalidad.
»

És important de remarcar que Melquíades Alvarez, republicà reformista, es recolza, per a aquesta qüestió de l’idioma, en els criteris del conservador Maura: de manera que per a anar contra el català no existeixen ni dretes ni esquerres. Heus ací com hi torna: «El Sr. Maura se negaba a reconocerla, se negaba terminantemente. Eso es lo que yo entiendo; creo sin vacilar que debe negarse la oficialidad, porque sería el deshaucio del castellano y de todos los españoles en Cataluña.» El senyor Álvarez té por que el castellà es perdrà i no té por, en canvi, de reconèixer que cal obligar tots els catalans a utilitzar-lo en tota l’esfera oficial. La simulació no ha sortit bé al senyor Melquiades Álvarez: abans deia que hom no podia perseguir ni proscriure el català i ara reconeix que cal prohibir-lo en l’ámbit oficial. La falsia del senyor Álvarez arriba fins al final quan proclama: «En tal sentido, Sres. Diputados y Sres. Ministros, yo, que consideraría criminal proscribir el empleo del idioma catalán, perseguir al idioma catalán, entiendo que no se puede declarar la oficialidad de este idioma.»

Davant aquesta antinòmia, per sort el diputat Francesc Cambó va agafar la paraula i va obrir una esberla en les contradiccions que tots manifestaven en parlar de l’idioma català. Va comengar aixi: «Hablar del respeto al idioma catalán como idioma de expansiones íntimas para la familia, para la poesía, para el hogar, es para nosotros, Sr. Maura, una ofensa a nuestra alma colectiva (…). Para una colectividad que tiene un idioma propio, ese idioma es la esencia de su alma y de su vida, y toda limitación al empleo de ese idioma significa una opresión, una limitación a ese espíritu, que entendemos como opresión, como una tiranía. (…)
»Reconoced nuestro derecho, declarad, como es justo, que todas las lenguas vivas de la parte española de la Península son igualmente nacionales; proclamad la cooficialidad de la catalana y podéis tener la seguridad de que, apartada la principal causa de nuestro desvío, si la galantería nos impulsara a emplear vuestra lengua cuando con vosotros conversemos o discutamos, el propio interés nos llevará a redactar en ella muchas de nuestras producciones científicas o literarias, para aprovechar el mayor mercado que para éstas ofrecería en uno y otro hemisferio.
»Decía el Sr. Alvarez: Pero es que si os concedemos ese derecho, los gallegos y los vizcaínos podrían pedir otro tanto. Evidente, Sr. Alvarez, y si estas reclamaciones están apoyadas por un estado de conciencia colectiva tendrán plena razón y deberá concedérseles. Y no es argumento que pueda salir de boca de un demócrata y de S. S. el decir que eso limitará la facultad de los españoles para ejercer cargos o empleos en todas las tierras de la Península, porque yo he entendido siempre que si ha de haber subordinación debe ser del empleado respecto al ciudadano, nunca del ciudadano respecto del empleado.
»

El diputat Cambó situà la necessitat d’oficialitzar l’idioma català en el terreny dels drets nacionals i palesà ben clarament que qualsevol limitació era una opressió i una tirania. No es podia comprendre com, negant la persecució del català en el pla teòric, continuaven prohibint-ne l’ús en l’ensenyament, en l’administració pública i en els jutjats. Cambó es va adreçar al Congrés i va dir que la seva minoria tornaria a plantejar els mateixos problemes, però, en lloc de fer-ho conjuntament, ho farien per parts i basant-se en els mateixos fonaments de dret.


(1) DSC Congreso, apèndixs 18 al 20, 1916
(2) DSC Congreso, núm.. 22, 1916, p. 447.
(3) DSC Congreso, núm. 23, p. 456.
(4) DSC Congreso, núm. 23, 1916, p. 966.
(5) Hermenegildo Giner de los Rios era nascut a Cadis i pertanyia al Partit Republicà Radical de Lerroux. Era professor de l’Institut de Barcelona
(6) DSC Congreso, núm. 24, 1916, p. 485.
(7) DSC Congreso, núm. 24, 1916, p. 488.
(8) DSC Congreso, núm. 24, 1916, p. 491.
(9) DSC Congreso, núm. 25, 1916, p. 507.
(10) DSC Congreso, núm. 25, 1916, p. 512.
(11) Vegeu JOSEP TERMES, La immigració a Catalunya. Ed. Empúries. Barcelona, 1984. i Les interpretacions catalanes del fenomen immigratori, Generalitat de Catalunya, 1983.
(12) DSC Congreso, núm. 26, 1916, p. 531.
(13) DSC Congreso, núm. 26, 1916, p. 533.
(14) Aquest diputat va ser l’intermediari entre Lerroux i el ministre Segismundo Moret en el seu pla anticatalà. Era de Saragossa i periodista. Estudiá Dret i Filosofia a la Universitat aragonesa i Ciències Exactes a Madrid. Diputat per Tenerife (1907), per Saragossa (1910) i per Belchite (1914).
(15) DSC Congreso, núm. 26, 1916, p. 534.
(16) DSC Congreso, núm. 22, p. 448.
(17) DSC Congreso, núm. 26, p. 543.
(18) DSC Congreso, núm. 27, 1916, p. 552.
(19) DSC Congreso, núm. 27, 1916, p. 557. Eduardo era germá del filòsof castellá José Ortega y Gasset, que també fou diputat durant la II República. La familia posseïa el diari «El Imparcial».
(20) DSC Congreso, núm. 27, 1916, p. 561.
(21) DSC Congreso, núm. 27, 1916, p. 565.
(22) DSC Congreso, núm. 28, 1916, p. 589.
(23) DSC Congreso, núm. 29, 1916, p. 602. Juliá Nougués era de Reus.
(24) DSC Congreso, núm. 29, 1916, p. 607.
(25) DSC Congreso, núm. 35, 1916, pp. 791-792.
(26) DSC Congreso, núm. 37, 1916, p. 876. Félix Azzati Descalci era fill de Cadis. Redactor d’«El Pueblo» i traductor, pertanyia a la plana major del Partit Republicà de València.
(27) DSC Congreso, núm. 40, 1916, p. 983.
(28) DSC Congreso, núm. 40, 1916, p. 993.
(29) DSC Congreso, núm. 40, 1916, núm. 996.
(30) Mossèn Antoni M. ALCOVER, Dietari de l’excursió filològica, 1906, Generalitat de
Catalunya, 1983, p. 86.
(31) DSC Congreso, núm. 41, 1916, p. 1.015.

Extret de: LA PERSECUCIÓ POLÍTICA DE LA LLENGUA CATALANA. Francesc Ferrer i Gironès, Edicions 62, pàgs. 114 a 130